Recluido en el asilo, resolvió cada sudoku y crucigrama que encontró. Casi muere al tragarse dos piezas de madera, un alfil y una mula de seis. Decidió que necesitaba un nuevo pasatiempo y se hizo coleccionista de cabezas, en las que hurgó buscando el virus de la locura.
"La oscuridad se desvanece, la luz ha resurgido, sigue caminando y quédate en este lado del sendero". Escuchas estos susurros como en un sueño y miras hacia el bosque donde ojos siniestros te atemorizan. "No tengas miedo", te dice esa voz, y corres hacia la luz.
La reina Drakăhris se adentró hasta las profundidades del Bosque Viejo, para ver al más antigüo de los seres mágicos de la Tierra. Allí, frente al Árbol de la Aflicción, sintió miedo por primera vez en su vida. Se abrazó a su tronco y se transformó en una libélula.
No tan al principio, pero ya bien avanzada la Creación, solo había ruidos y ecos confusos provenientes del cosmos. La mujer y el hombre no sabían de qué hablar, solo se miraban. Entonces apareció un grupo de ángeles que, con la ayuda de un grillo, inventó la música.
En la raíz del alma se encuentra la llave que te abre las puertas de todos los cielos. Allí vive el verbo infinito con el que puedes hablar con tus dioses. La has buscado en el bosque, el desierto y el mar. No recuerdas que, en otra vida, la escuchaste en una montaña.
Era un viernes triste, de esos en los que el alma se extravía en el vacío de la pena cercana; de esos en los que el corazón llora en la profunda orfandad que le deja la aflicción de la muerte.
-¡Duele tu ausencia! -dijo Magdalena, abrazando la gran piedra del destino.
En un rincón de la Calle Oscura se ocultó un hombre disfrazado de espectro, armado con un cuchillo que hayó entre la basura. Al ver acercarse a una atractiva mujer se le abalanzó, pero ella le disparó y con su mano izquierda lo mató. Le quitó unos billetes y se fue.
