Tu árido corazón floreció con la lluvia que los mirlos del verano crearon con su canto. Pero en el invierno llegaron los cuervos a robarte tus semillas de felicidad. Los odias y les temes, pero olvidas que cuervos y mirlos comparten plumas negras, como tus miedos.
Ramón Chomina L.
ramcl06@gmail.com
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