Recluido en el asilo, resolvió cada sudoku y crucigrama que encontró. Casi muere al tragarse dos piezas de madera, un alfil y una mula de seis. Decidió que necesitaba un nuevo pasatiempo y se hizo coleccionista de cabezas, en las que hurgó buscando el virus de la locura.
Ramón Chomina L.
ramcl06@gmail.com
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